SOMBRAS DE RESISTENCIA
La historia de Jorge Salvo en medio del despertar ciudadano
La historia de Jorge Salvo en medio del despertar ciudadano
Por: Francisca López (*) y Yasnarie López
Integrante HUMANOS
Tres meses antes de que Carabineros, policía chilena, les disparara directamente a los ojos a Jorge Salvo, un escenario de efervescencia social ya gestaba en las calles chilenas. Durante semanas, multitudes de ciudadanos se congregaron y tejieron su narrativa colectiva en una protesta que resonaba con la búsqueda de condiciones de vida más justas.
Fue el alza de tarifa del transporte público de Santiago el 18 de octubre de 2019, el detonante para que miles de estudiantes secundarios se organizaran en una evasión masiva en el Metro de Santiago.
“No son 30 pesos, son 30 años” como si las desigualdades hubieran encendido una llama en los corazones de estos estudiantes, quienes, con determinación, decidieron desafiar las barreras económicas impuestas.
La evasión masiva, en su emotiva rebeldía, marcó un momento en el que las y los jóvenes decidieron tomar las riendas de su futuro, desafiando las injusticias con la fuerza colectiva de sus convicciones. Las estaciones de metro se transformaron en escenarios de resistencia, donde la juventud se unió en un acto colectivo de desobediencia civil.
“Los estudiantes no lo dejarán dormir, si usted no los deja soñar”, dice la canción “El Derecho a vivir en paz” de Victor Jara en una versión autorizada, iniciativa de cantantes chilenos para retratar la lucha por la dignidad del país.
Fue en esa misma noche cuando emergieron puntos de protesta, actos de saqueo y disturbios que se extendieron por todo el territorio nacional. Ante esta situación, el entonces presidente Sebastián Piñera tomó la decisión de declarar estado de emergencia y establecer un toque de queda.
Las demandas, enmarcadas por la necesidad de mejorar la calidad en los servicios de salud y educación, así como asegurar viviendas dignas y pensiones equitativas, libertad y dignidad, eran el clamor unificado de una población que buscaba ser escuchada.
Este momento marcó el trágico destino de miles de personas, víctimas de derechos humanos, se registró la pérdida de vidas humanas, así como un número significativo de individuos que sufrieron heridas y mutilaciones, resultado del empleo excesivo de la fuerza por parte de Carabineros.
Según el informe anual del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) del 2022. De las 3,626 víctimas con casos por los cuales el INDH presentó querellas, 1,748 reportaron al menos un incidente de disparo.
Es relevante destacar que algunas personas fueron blanco de disparos en más de una ocasión, y no siempre con el mismo tipo de munición.
En este contexto, la cantidad total de disparos denunciados asciende a 1,785, distribuidos de la siguiente manera: 1,230 perdigones, 337 bombas lacrimógenas, 106 balines, 62 municiones sin identificar, 44 balas y 6 asociadas a otro tipo de munición y/o proyectiles. De ellos, 345 personas sufrieron lesiones relacionadas con traumatismos oculares.
De acuerdo con la información del Ministerio de Salud, desde el 18 de octubre hasta el 2 de diciembre, el Hospital del Salvador en Santiago atendió a un total de 239 pacientes afectados por lesiones oculares.
Integrante HUMANOS
Tres meses antes de que Carabineros, policía chilena, les disparara directamente a los ojos a Jorge Salvo, un escenario de efervescencia social ya gestaba en las calles chilenas. Durante semanas, multitudes de ciudadanos se congregaron y tejieron su narrativa colectiva en una protesta que resonaba con la búsqueda de condiciones de vida más justas.
Fue el alza de tarifa del transporte público de Santiago el 18 de octubre de 2019, el detonante para que miles de estudiantes secundarios se organizaran en una evasión masiva en el Metro de Santiago.
“No son 30 pesos, son 30 años” como si las desigualdades hubieran encendido una llama en los corazones de estos estudiantes, quienes, con determinación, decidieron desafiar las barreras económicas impuestas.
La evasión masiva, en su emotiva rebeldía, marcó un momento en el que las y los jóvenes decidieron tomar las riendas de su futuro, desafiando las injusticias con la fuerza colectiva de sus convicciones. Las estaciones de metro se transformaron en escenarios de resistencia, donde la juventud se unió en un acto colectivo de desobediencia civil.
“Los estudiantes no lo dejarán dormir, si usted no los deja soñar”, dice la canción “El Derecho a vivir en paz” de Victor Jara en una versión autorizada, iniciativa de cantantes chilenos para retratar la lucha por la dignidad del país.
Fue en esa misma noche cuando emergieron puntos de protesta, actos de saqueo y disturbios que se extendieron por todo el territorio nacional. Ante esta situación, el entonces presidente Sebastián Piñera tomó la decisión de declarar estado de emergencia y establecer un toque de queda.
Las demandas, enmarcadas por la necesidad de mejorar la calidad en los servicios de salud y educación, así como asegurar viviendas dignas y pensiones equitativas, libertad y dignidad, eran el clamor unificado de una población que buscaba ser escuchada.
Este momento marcó el trágico destino de miles de personas, víctimas de derechos humanos, se registró la pérdida de vidas humanas, así como un número significativo de individuos que sufrieron heridas y mutilaciones, resultado del empleo excesivo de la fuerza por parte de Carabineros.
Según el informe anual del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) del 2022. De las 3,626 víctimas con casos por los cuales el INDH presentó querellas, 1,748 reportaron al menos un incidente de disparo.
Es relevante destacar que algunas personas fueron blanco de disparos en más de una ocasión, y no siempre con el mismo tipo de munición.
En este contexto, la cantidad total de disparos denunciados asciende a 1,785, distribuidos de la siguiente manera: 1,230 perdigones, 337 bombas lacrimógenas, 106 balines, 62 municiones sin identificar, 44 balas y 6 asociadas a otro tipo de munición y/o proyectiles. De ellos, 345 personas sufrieron lesiones relacionadas con traumatismos oculares.
De acuerdo con la información del Ministerio de Salud, desde el 18 de octubre hasta el 2 de diciembre, el Hospital del Salvador en Santiago atendió a un total de 239 pacientes afectados por lesiones oculares.
LA LUCHA DIARIA DE JORGE SALVO,
VÍCTIMA DE TRAUMA OCULAR
VÍCTIMA DE TRAUMA OCULAR
Un 17 de enero de 2020, Jorge, un joven de 27 años, se convirtió en un protagonista inesperado de los turbulentos eventos que marcaron a Chile en aquel periodo.
En medio de la peor ola de protestas que el país había presenciado desde el fin de la dictadura en 1990, un agente del cuerpo policial de Carabineros alteró el curso de la vida de Jorge al disparar una bomba lacrimógena a menos de 25 metros de distancia.
La Plaza Italia, la icónica rotonda de Santiago que se convirtió en el epicentro de las masivas manifestaciones, fue el escenario de la agresión. En medio de la efervescencia de las protestas y la búsqueda de cambios sociales, la vida de Jorge se entrelazó con la historia de un país en medio de un despertar ciudadano.
Según una entrevista con la Voz de Maipú, en medio de la cortina de humo blanco, emergió un policía sosteniendo una escopeta que, sin previo aviso, disparó.
“Se me nubló la vista, no veía por los gases lacrimógenos que había en el ambiente. Con los ojos cerrados sentí un hombro y pedí ayuda. En ese momento sólo escuché “Oye compadre tu ojo, tu ojo”. Yo no entendía nada, dijo.
En ese momento, Jorge recibió ayuda de los propios manifestantes. Le cubrieron los ojos y, posteriormente, en medio de una multitud considerable, lo condujeron hacia una ambulancia, ya que los Carabineros impedían la entrada de vehículos de emergencia.
Durante el trayecto en la ambulancia, Jorge perdió la noción del tiempo. Recuperó la conciencia alrededor de la 1 o 2 de la mañana en la Posta Central. Su madre estaba a su lado, visiblemente afectada, observándolo mientras lloraba.
En el centro médico, la impactante noticia de la pérdida de un ojo fue comunicada de manera insensible a Jorge por un médico.
Los hechos ocurrieron el sábado, y no fue hasta el lunes que pudo someterse a una operación para extraer todo lo que quedaba de su ojo mutilado, además de sufrir fracturas en el pómulo “Estuve en todo momento con mi ojo casi llegando a la mejilla”.
A pesar de la interrupción del tratamiento debido a la pandemia, destaca el crucial respaldo de la Unidad de Traumas Oculares de la posta, que abarcó tratamiento psicológico y terapia ocupacional. Sin embargo, estos últimos se vieron interrumpidos debido a la situación del COVID-19.
La violencia de aquel momento dejó más que heridas físicas; dejó cicatrices emocionales y marcó a Jorge como un testigo involuntario de los desafíos y las tensiones que se vivían en las calles.
La cercanía de la agresión de Jorge con la experiencia de Gerardo Van der Meer, de 23 años, quien también resultó herido en las inmediaciones de Plaza Italia, subraya la complejidad y la intensidad de aquellos días
Según en una entrevista con Susana Alarcón, mamá de Jorge, tuvo que reaprender a vivir de nuevo. Las primeras semanas fueron muy difíciles. En el hospital necesitaba la ayuda de una enfermera para las cosas más básicas, como ir al baño, comer o levantarse de la cama, estaba mareado todo el tiempo.
Después de una semana en el hospital, Jorge regresó a casa con graves limitaciones debido a la pérdida total de su ojo.
Durante un mes, enfrentó dificultades para realizar actividades cotidianas y se vio obligado a quedarse en casa. La incertidumbre sobre su recuperación afectó negativamente su vida laboral como electricista independiente.
Tres años después, siguió sin empleo y enfrentó discriminación social debido a su condición, incluso con el uso de una prótesis. La situación tuvo un impacto devastador en su vida y su capacidad para adaptarse a esta nueva realidad, incluso para cuidar a su hija.
El 28 de junio de 2023, Jorge optó por arrojarse a las vías del tren, sintiendo que el Estado lo había abandonado.
Este joven, padre de una hija, sucumbió a la depresión causada por el estrés postraumático, convirtiéndose en el cuarto individuo con mutilación ocular que tomó la trágica decisión.
En medio de la peor ola de protestas que el país había presenciado desde el fin de la dictadura en 1990, un agente del cuerpo policial de Carabineros alteró el curso de la vida de Jorge al disparar una bomba lacrimógena a menos de 25 metros de distancia.
La Plaza Italia, la icónica rotonda de Santiago que se convirtió en el epicentro de las masivas manifestaciones, fue el escenario de la agresión. En medio de la efervescencia de las protestas y la búsqueda de cambios sociales, la vida de Jorge se entrelazó con la historia de un país en medio de un despertar ciudadano.
Según una entrevista con la Voz de Maipú, en medio de la cortina de humo blanco, emergió un policía sosteniendo una escopeta que, sin previo aviso, disparó.
“Se me nubló la vista, no veía por los gases lacrimógenos que había en el ambiente. Con los ojos cerrados sentí un hombro y pedí ayuda. En ese momento sólo escuché “Oye compadre tu ojo, tu ojo”. Yo no entendía nada, dijo.
En ese momento, Jorge recibió ayuda de los propios manifestantes. Le cubrieron los ojos y, posteriormente, en medio de una multitud considerable, lo condujeron hacia una ambulancia, ya que los Carabineros impedían la entrada de vehículos de emergencia.
Durante el trayecto en la ambulancia, Jorge perdió la noción del tiempo. Recuperó la conciencia alrededor de la 1 o 2 de la mañana en la Posta Central. Su madre estaba a su lado, visiblemente afectada, observándolo mientras lloraba.
En el centro médico, la impactante noticia de la pérdida de un ojo fue comunicada de manera insensible a Jorge por un médico.
Los hechos ocurrieron el sábado, y no fue hasta el lunes que pudo someterse a una operación para extraer todo lo que quedaba de su ojo mutilado, además de sufrir fracturas en el pómulo “Estuve en todo momento con mi ojo casi llegando a la mejilla”.
A pesar de la interrupción del tratamiento debido a la pandemia, destaca el crucial respaldo de la Unidad de Traumas Oculares de la posta, que abarcó tratamiento psicológico y terapia ocupacional. Sin embargo, estos últimos se vieron interrumpidos debido a la situación del COVID-19.
La violencia de aquel momento dejó más que heridas físicas; dejó cicatrices emocionales y marcó a Jorge como un testigo involuntario de los desafíos y las tensiones que se vivían en las calles.
La cercanía de la agresión de Jorge con la experiencia de Gerardo Van der Meer, de 23 años, quien también resultó herido en las inmediaciones de Plaza Italia, subraya la complejidad y la intensidad de aquellos días
Según en una entrevista con Susana Alarcón, mamá de Jorge, tuvo que reaprender a vivir de nuevo. Las primeras semanas fueron muy difíciles. En el hospital necesitaba la ayuda de una enfermera para las cosas más básicas, como ir al baño, comer o levantarse de la cama, estaba mareado todo el tiempo.
Después de una semana en el hospital, Jorge regresó a casa con graves limitaciones debido a la pérdida total de su ojo.
Durante un mes, enfrentó dificultades para realizar actividades cotidianas y se vio obligado a quedarse en casa. La incertidumbre sobre su recuperación afectó negativamente su vida laboral como electricista independiente.
Tres años después, siguió sin empleo y enfrentó discriminación social debido a su condición, incluso con el uso de una prótesis. La situación tuvo un impacto devastador en su vida y su capacidad para adaptarse a esta nueva realidad, incluso para cuidar a su hija.
El 28 de junio de 2023, Jorge optó por arrojarse a las vías del tren, sintiendo que el Estado lo había abandonado.
Este joven, padre de una hija, sucumbió a la depresión causada por el estrés postraumático, convirtiéndose en el cuarto individuo con mutilación ocular que tomó la trágica decisión.
(*) Francisca López Periodista. Diplomada en periodismo narrativo latinoamericano en universidad portátil.
Actualmente estudia dos maestrías: literatura y estudios culturales en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y de escritura narrativa de la Universidad Alberto Hurtado.
Miembro de la 7ma gen de jóvenes periodistas de distintas latitudes. Ha publicado en suplemento de la estrella "El Rayo", gacetilla filológica en la Universidad Antioquía, Colombia y desvelada.mx, entre otros.
Paralelamente, ha realizado un par de intervenciones en Valparaíso en donde ha difundido la Crónica.
Actualmente estudia dos maestrías: literatura y estudios culturales en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y de escritura narrativa de la Universidad Alberto Hurtado.
Miembro de la 7ma gen de jóvenes periodistas de distintas latitudes. Ha publicado en suplemento de la estrella "El Rayo", gacetilla filológica en la Universidad Antioquía, Colombia y desvelada.mx, entre otros.
Paralelamente, ha realizado un par de intervenciones en Valparaíso en donde ha difundido la Crónica.