el salvador
El Salvador y los impactos que dejó la pandemia en una sociedad fragmentadaDe acuerdo con el Banco Mundial, más de 720,000 personas en El Salvador (12% de la población) padecen una enfermedad renal crónica , en particular una forma no tradicional que no está relacionada con los factores de riesgo típicos: diabetes y degeneración renal relacionada con la edad. La pandemia también bajó los niveles de empleo y educación en el país.
Nancy Hernández
Angélica de Jesús Pérez tiene 41 años, la noche del 21 de marzo de 2020 fue sorprendida con la noticia de que el gobierno de El Salvador decretaba cuarentena obligatoria por 15 días debido a la detección de los primeros contagios por Covid-19. El anuncio fue dado en cadena nacional por el presidente, Nayib Bukele.
|
FOTO 1 según texto
Foto de Héctor Gómez.
|
Desde ese momento y por el Decreto Ejecutivo N°12 del Ministerio de Salud los salvadoreños quedaron en confinamiento y perdieron garantías constitucionales como la libre circulación y libertad de reunión. El Salvador registró de forma oficial el primer caso de Covid-19 el 19 de marzo. El Gobierno informó que se trataba de una persona que entró al país procedente de Italia.
Con el confinamiento obligatorio y las dos primeras olas de contagios que hubo en el país, los impactos económicos, sociales y psicológicos se hicieron presentes en todos los sectores sociales. La incertidumbre y el temor al virus creció en la población, las autoridades gubernamentales volcaron su atención en atender la emergencia sanitaria para proteger la salud de los salvadoreños, irónicamente descuidaron el bienestar y violaron el derecho al acceso a la salud de miles de personas porque el sistema de salud público dejó de atender a pacientes con enfermedades crónicas, suspendió cirugías y consultas de controles.
Esta situación, puso en peligro la salud de Angélica, quien debe seguir controles frecuentes y consumir de forma permanente medicamentos contra la diabetes, enfermedad de la que fue diagnosticada años atrás. Ella vive en la comunidad Las Mesas, situada a 40 kilómetros de San Salvador, la capital. Es una zona rural, de difícil acceso y donde la mayoría de familias viven de la agricultura. En el asentamiento, doce personas más, incluyendo el padre de ella, Julio Pérez diagnosticado con insuficiencia renal, padecen de enfermedades crónicas y perdieron sus controles.
“Muchas personas aquí padecemos de enfermedades crónicas como el azúcar, insuficiencia renal, muchas personas perdieron sus citas, por eso es que hoy se les alargó más y en ese periodo de cuarentena se dificulta ir a la unidad de salud”, explicó.
Aquellos 15 días se convirtieron en angustiantes tres meses de encierro obligatorio, se estableció el estado de emergencia y excepción entre el 14 de marzo y el 14 de junio para las familias salvadoreñas.
Con el confinamiento obligatorio y las dos primeras olas de contagios que hubo en el país, los impactos económicos, sociales y psicológicos se hicieron presentes en todos los sectores sociales. La incertidumbre y el temor al virus creció en la población, las autoridades gubernamentales volcaron su atención en atender la emergencia sanitaria para proteger la salud de los salvadoreños, irónicamente descuidaron el bienestar y violaron el derecho al acceso a la salud de miles de personas porque el sistema de salud público dejó de atender a pacientes con enfermedades crónicas, suspendió cirugías y consultas de controles.
Esta situación, puso en peligro la salud de Angélica, quien debe seguir controles frecuentes y consumir de forma permanente medicamentos contra la diabetes, enfermedad de la que fue diagnosticada años atrás. Ella vive en la comunidad Las Mesas, situada a 40 kilómetros de San Salvador, la capital. Es una zona rural, de difícil acceso y donde la mayoría de familias viven de la agricultura. En el asentamiento, doce personas más, incluyendo el padre de ella, Julio Pérez diagnosticado con insuficiencia renal, padecen de enfermedades crónicas y perdieron sus controles.
“Muchas personas aquí padecemos de enfermedades crónicas como el azúcar, insuficiencia renal, muchas personas perdieron sus citas, por eso es que hoy se les alargó más y en ese periodo de cuarentena se dificulta ir a la unidad de salud”, explicó.
Aquellos 15 días se convirtieron en angustiantes tres meses de encierro obligatorio, se estableció el estado de emergencia y excepción entre el 14 de marzo y el 14 de junio para las familias salvadoreñas.
En este sentido, Silvia Juárez de la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA), explicó que el colapso de servicios de Salud alrededor de la pandemia afectaron y disminuyeron “la calidad de vida de las personas que padecen enfermedades crónicas”.
Entre estas, advierte la especialista, se encuentran mujeres con padecimiento de cáncer, insuficiencia renal, aquellas con detección temprana de cáncer cérvico uterino, de mama y que interrumpieron todos sus procesos.
“Un año después que se presentan y empiezan a normalizarse las condiciones de salud, ya estas condiciones están claramente avanzadas y su condición de riesgo de muerte ha aumentado, es decir, que es casi matemático que pudieran ocurrir muertes por afecciones dadas las condiciones precarias en que se dejó el sistema de salud y que durante el confinamiento no era posible una atención de calidad”, afirma.
Similar opinó el epidemiólogo Jorge Panameño, al decir que hubo centenares de salvadoreños afectados y hasta la fecha, se desconocen los impactos o número de decesos causados por esta medida.
“Creo que en este momento ya está restablecida la atención, pero qué pasó en el momento de la cuarentena, qué consecuencias se pagaron en los dos años del periodo más álgido de la pandemia del 2020 y los primeros meses del 2021, qué sucedió, cuál ha sido el impacto, todo eso lo desconocemos. No hay información”, declaró.
Los Pérez y un estimado de 30 familias más que conforman la comunidad Las Mesas, en el municipio de La Libertad, del departamento homónimo, son un ejemplo del calvario vivido por los salvadoreños durante este inédito período de la humanidad en el último siglo.
Entre estas, advierte la especialista, se encuentran mujeres con padecimiento de cáncer, insuficiencia renal, aquellas con detección temprana de cáncer cérvico uterino, de mama y que interrumpieron todos sus procesos.
“Un año después que se presentan y empiezan a normalizarse las condiciones de salud, ya estas condiciones están claramente avanzadas y su condición de riesgo de muerte ha aumentado, es decir, que es casi matemático que pudieran ocurrir muertes por afecciones dadas las condiciones precarias en que se dejó el sistema de salud y que durante el confinamiento no era posible una atención de calidad”, afirma.
Similar opinó el epidemiólogo Jorge Panameño, al decir que hubo centenares de salvadoreños afectados y hasta la fecha, se desconocen los impactos o número de decesos causados por esta medida.
“Creo que en este momento ya está restablecida la atención, pero qué pasó en el momento de la cuarentena, qué consecuencias se pagaron en los dos años del periodo más álgido de la pandemia del 2020 y los primeros meses del 2021, qué sucedió, cuál ha sido el impacto, todo eso lo desconocemos. No hay información”, declaró.
Los Pérez y un estimado de 30 familias más que conforman la comunidad Las Mesas, en el municipio de La Libertad, del departamento homónimo, son un ejemplo del calvario vivido por los salvadoreños durante este inédito período de la humanidad en el último siglo.
Vulneración femenina
Para Angélica, estos meses representaron un desafío no sólo para su salud física y la diabetes, sino mental, puesto que sus tres hijas abandonaron la escuela porque las clases presenciales fueron suspendidas, en cambio se instaló la opción virtual, pero ellas no tenían los recursos económicos y tecnológicos que necesitaban. Su esposo dejó de trabajar y de percibir ingresos, con toda su familia en casa, incluyendo hermanos y padres, el trabajo doméstico, estrés y cansancio se triplicó por atender a toda la familia sin descanso todos los días.
“Los niños dejaron de ir a la escuela, hubo mucho estrés para las mujeres porque a nosotras como mujeres nos tocó el doble en la casa. En ese tiempo de cuarentena estaban todos, había que cocinar para todos, como mujeres, al menos yo me sentía estresada, me sentía psicológicamente demasiado presionada”, afirmó Angélica, quien además es miembro del comité de mujeres de su comunidad.
Contó que las reuniones del comité se suspendieron, pero a veces se encontraban y conversaban sobre la situación de la comunidad, en estas reuniones se colaban los comentarios acerca del trabajo extra, la carga psicológica y emocional de ella y sus vecinas: “Todas comentamos lo mismo, el dolor de cabeza, de espalda, el estrés. Mujeres que decían que sus esposos no les ayudaban y les exigían atenderlos todo el día, fue difícil”, dijo.
La ONG internacional Medicus Mundi publicó un comunicado el 20 de junio de 2020 donde abordó la condición y violencia de género que imperaba en el país durante los meses de pandemia, uno de los aspectos que destacó fue el “aumento significativo de la vulnerabilidad económica, dado que las mujeres ejercen la mayor parte del trabajo informal”. También el informe La violencia no respeta la cuarentena del Tribunal de Ética Gubernamental enfatizó en las “sobrecargas de trabajo extenuantes” a las que estaban expuestas las mujeres, exponiendo que “los hogares se convierten en un espacio diferente y saturado de esa carga emocional”.
Pero esto no es todo, según datos de la Dirección de Información y Análisis (DIA) del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, de enero a agosto de 2020, hubo 84 feminicidios, de estos 56 ocurrieron en el período de abril a agosto, es decir, durante la cuarentena domiciliaria ordenada por el Gobierno.
“Los datos demuestran que las mujeres no están seguras, ni en la casa ni en la calle”, dijo Juarez al respecto.
“Los niños dejaron de ir a la escuela, hubo mucho estrés para las mujeres porque a nosotras como mujeres nos tocó el doble en la casa. En ese tiempo de cuarentena estaban todos, había que cocinar para todos, como mujeres, al menos yo me sentía estresada, me sentía psicológicamente demasiado presionada”, afirmó Angélica, quien además es miembro del comité de mujeres de su comunidad.
Contó que las reuniones del comité se suspendieron, pero a veces se encontraban y conversaban sobre la situación de la comunidad, en estas reuniones se colaban los comentarios acerca del trabajo extra, la carga psicológica y emocional de ella y sus vecinas: “Todas comentamos lo mismo, el dolor de cabeza, de espalda, el estrés. Mujeres que decían que sus esposos no les ayudaban y les exigían atenderlos todo el día, fue difícil”, dijo.
La ONG internacional Medicus Mundi publicó un comunicado el 20 de junio de 2020 donde abordó la condición y violencia de género que imperaba en el país durante los meses de pandemia, uno de los aspectos que destacó fue el “aumento significativo de la vulnerabilidad económica, dado que las mujeres ejercen la mayor parte del trabajo informal”. También el informe La violencia no respeta la cuarentena del Tribunal de Ética Gubernamental enfatizó en las “sobrecargas de trabajo extenuantes” a las que estaban expuestas las mujeres, exponiendo que “los hogares se convierten en un espacio diferente y saturado de esa carga emocional”.
Pero esto no es todo, según datos de la Dirección de Información y Análisis (DIA) del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, de enero a agosto de 2020, hubo 84 feminicidios, de estos 56 ocurrieron en el período de abril a agosto, es decir, durante la cuarentena domiciliaria ordenada por el Gobierno.
“Los datos demuestran que las mujeres no están seguras, ni en la casa ni en la calle”, dijo Juarez al respecto.
Aislamiento y sin recursos
El estado de excepción declarado por el Gobierno impidió la libre circulación, muchos salvadoreños fueron llevados a los centros de contención por violar la cuarentena obligatoria decretada por el Gobierno. La medida llevó a las familias a quedarse en sus casas con los recursos que tenían, en el caso de los habitantes de la comunidad Las Mesas estos se limitaron a granos básicos, puesto que incluso en las tiendas hubo escasez de productos.
“Somos familias que nos dedicamos a la agricultura, el maicito y frijol gracias a Dios se tuvo, pero como siempre se ocupan cosas adicionales como el aceite, otras cuestiones como tomates, pollito, eso fue lo difícil que enfrentamos” Sin embargo, la organización de los vecinos y solidaridad contribuyó a disminuir los riesgos de dejar de comer. “Para nosotros en el periodo de la cuarentena fue muy difícil porque se prohibió que se estuviera saliendo al pueblo, entonces las personas que tienen tienda ya no fueron a comprar, se escaseó la alimentación y después lo que se hizo fue que se llamó a un pick up, como no se podía salir por el confinamiento, lo que hacía la familia es que una persona iba y le traía alimentos hasta a tres o cuatro familias porque como no podía ir el carro lleno porque afuera estaban los soldados y la policía si veían eso, paraban al carro”, relató. |
FOTO 2 ?
Momentos en que don Evaristo es traslado al Hospital Leonardo Martínez. Foto de Héctor Gómez. |
Otro de los mayores inconvenientes de esta comunidad fue el acceso a agua potable, pues desde su fundación, hace 35 años, no cuentan con el servicio y se abastecen con agua lluvia, de río y nacimiento. La falta del líquido los hizo más vulnerables a la enfermedad porque lavarse las manos con frecuencia no era una opción, a pesar que la Organización Mundial de Salud (OMS) recomendó la acción como una de las principales medidas para evitar los contagios de coronavirus. Una vez más, fueron las mujeres quienes debieron procurar el agua en cada hogar.
“Somos una comunidad que no tenemos agua y todo eso afecta porque nosotras las mujeres tenemos que andar viendo que esté el agua ahí. (En cuarentena) nos redoblamos los trabajos porque teníamos que halar más agua por la misma problemática porque sí se necesitaba más agua para lavarse las manos o cuando uno salía para bañarse, lavar la ropa y llevar las medidas de precaución para evitar contagios, se nos complicó bastante con la agüita, también”, contó.
Dado a la falta de recursos económicos, las familias tampoco podían comprar alcohol gel para desinfectarse las manos, en cambio compraron alcohol líquido. En la actualidad las mascarillas las venden en la tienda, pero en esa época mandaron a hacer de tela para protegerse.
“Somos una comunidad que no tenemos agua y todo eso afecta porque nosotras las mujeres tenemos que andar viendo que esté el agua ahí. (En cuarentena) nos redoblamos los trabajos porque teníamos que halar más agua por la misma problemática porque sí se necesitaba más agua para lavarse las manos o cuando uno salía para bañarse, lavar la ropa y llevar las medidas de precaución para evitar contagios, se nos complicó bastante con la agüita, también”, contó.
Dado a la falta de recursos económicos, las familias tampoco podían comprar alcohol gel para desinfectarse las manos, en cambio compraron alcohol líquido. En la actualidad las mascarillas las venden en la tienda, pero en esa época mandaron a hacer de tela para protegerse.
En El Hospital Mario Rivas tiene 0 pacientes con Covid-19 en los últimos 10 días en San Pedro Sula y en Tegucigalpa se reportan al menos 35 pacientes hospitalizados, las autoridades de salud informaron este día una disminución del 96% en casos de Covid-19. Esto porque durante la semana epidemiológica número 30 se presentó la última ola de contagios con 6,000 casos y ahora en la semana 36, van 200 casos
Datos oficiales sobre Covid-19 en El Salvador
A diferencia de Las Mesas, donde sus habitantes no vivieron luto por el SARS-CoV-2 , en el país centroamericano miles de familias perdieron a sus seres queridos. Hasta el 15 de septiembre El Salvador registra en la página oficial www.covid19.gob.sv, un total de 201,785 casos confirmados de los cuales se contabilizaban 4,228 fallecidos, 18,149 casos activos y 179,410 personas recuperadas del virus.
“Lo más que hubo en la comunidad fueron cuatro contagios. Gracias a Dios aquí en la comunidad no ha habido ningún fallecido”, declaró Angélica al respecto.
De acuerdo con los datos del gobierno, el 50.3% de los casos confirmados pertenecen a mujeres, mientras que el 49.7% son hombres con rangos de edades entre los 20 y los 39 años y de 40 a 59 años.
Los datos del sitio también arrojan que el departamento más afectado por el virus es San Salvador, que a la fecha registra 56,826 casos de Covid, seguido por La Libertad con 21,282; en el tercer puesto se ubica el departamento occidental de Santa Ana con 18,407; el cuarto con más casos es San Miguel, ubicado al oriente del país, con 16,864 y en el quinto puesto con mayor nivel de registros se ubica el departamento norteño de Chalatenango, con 6,980 casos de Covid.
“Lo más que hubo en la comunidad fueron cuatro contagios. Gracias a Dios aquí en la comunidad no ha habido ningún fallecido”, declaró Angélica al respecto.
De acuerdo con los datos del gobierno, el 50.3% de los casos confirmados pertenecen a mujeres, mientras que el 49.7% son hombres con rangos de edades entre los 20 y los 39 años y de 40 a 59 años.
Los datos del sitio también arrojan que el departamento más afectado por el virus es San Salvador, que a la fecha registra 56,826 casos de Covid, seguido por La Libertad con 21,282; en el tercer puesto se ubica el departamento occidental de Santa Ana con 18,407; el cuarto con más casos es San Miguel, ubicado al oriente del país, con 16,864 y en el quinto puesto con mayor nivel de registros se ubica el departamento norteño de Chalatenango, con 6,980 casos de Covid.
Cabe destacar, que los departamentos antes mencionados son los más poblados de las tres zonas geográficas en las que se divide el país, Occidente, Centro y Oriente.
El primer momento más álgido de la pandemia fue durante los meses de junio y agosto de 2020, de hecho el 9 de agosto hubo 449 casos confirmados, pero la tendencia empezó a reducir hasta llegar a 98 contagios confirmados por día al 29 de agosto, fecha en la que se puede considerar que terminó la primera ola. No obstante, no se puede hablar de silencio epidemiólogo o cero contagios, solo de picos máximos o incrementos sostenidos hasta decaer de manera sostenida, según el boletín estadístico, Evolución de casos del Covid19 en El Salvador, del 14 de marzo 2020 al 1 de agosto de 2021 de La Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo (FUNDAUNGO).
Hasta el momento, las estadísticas mencionadas corresponden a los datos oficiales del Gobierno, los cuales han sido cuestionados desde el inicio de la pandemia por organizaciones de salud, sociedad civil e incluso instituciones internacionales, por ello es necesario hablar del subregistro de contagios y fallecidos.
El primer momento más álgido de la pandemia fue durante los meses de junio y agosto de 2020, de hecho el 9 de agosto hubo 449 casos confirmados, pero la tendencia empezó a reducir hasta llegar a 98 contagios confirmados por día al 29 de agosto, fecha en la que se puede considerar que terminó la primera ola. No obstante, no se puede hablar de silencio epidemiólogo o cero contagios, solo de picos máximos o incrementos sostenidos hasta decaer de manera sostenida, según el boletín estadístico, Evolución de casos del Covid19 en El Salvador, del 14 de marzo 2020 al 1 de agosto de 2021 de La Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo (FUNDAUNGO).
Hasta el momento, las estadísticas mencionadas corresponden a los datos oficiales del Gobierno, los cuales han sido cuestionados desde el inicio de la pandemia por organizaciones de salud, sociedad civil e incluso instituciones internacionales, por ello es necesario hablar del subregistro de contagios y fallecidos.
Subregistro contradice datos oficiales
La precariedad del sistema de salud pública y de educación provocaron protestas masivas en Honduras.
Foto: Lourdes Ramírez
Foto: Lourdes Ramírez
“En las diversas olas hay un tema de subregistro de la mortalidad asociada donde El Salvador aparece como uno de los países que más subregistros ha tenido en tema de muertes y número de contagios”, afirmó el epidemiólogo Jorge Panameño.
En concordancia con el aporte del especialista, el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI), en su Boletín 1 Monitoreo de la vacunación contra el COVID-19 en El Salvador, publicado en el mes de febrero de este año, indica que de acuerdo con evaluaciones en Salud de la Universidad de Washington, Estados Unidos, así como por el Colegio Imperial de Londres (ICL, por sus siglas en inglés), en realidad desde el primer caso detectado hasta el 31 de diciembre de 2021, en el país ha habido 1.86 millones de casos, es decir 2,858 cada día, lo que implicaría un subregistro de alrededor de 1.74 millones de contagios y fallecidos. En tanto el ICL estima 2.18 millones en el mismo periodo, es decir 3,342 por cada día, lo que indicaría que el subregistro sería de 2.06 millones de casos. Según el epidemiólogo Alfonso Rosales, de la Asociación Americana de Salud Pública, este subregistro puede deberse que las personas que fallecen como casos “sospechosos” de COVID-19, no se registran oficialmente como muertes por COVID-19, según declaró en la radio YSUCA, en diciembre del 2021. Además, The Economist ha desarrollado un modelo de aprendizaje automático para calcular el exceso de mortalidad en cada país del mundo y para cada día de la pandemia. En el caso de El Salvador para finales del 2021 el exceso de muerte era de 19,006, es decir un 400% más de los datos oficiales, esto significa 15,000 muertes más que las oficiales. De hecho, según The Economist, El Salvador tiene uno de los niveles más altos de exceso de muertes asociadas directa o indirectamente a COVID-19 en Centroamérica (The Economist, 2022). Al respecto, Panameño, respaldado en los datos arrojados por la OMS, aseguró que el subregistro de El Salvador es superior a los 22,000 casos, uno de los más altos de América Latina. |
FOTO 5 ?
A pesar de las limitantes, las medidas funcionaron porque no hubo decesos por covid - 19 y los contagios no excedieron la docena. |
“En las primeras tres olas hay un subregistro de aproximadamente 22 mil muertos con diagnóstico como neumonía atípica, sospecha de covid y que realmente no tienen justificación. Esas muertes están asociadas a la pandemia. 22 mil, una cifra muy alta comparada a los cuatro mil que el estado reconoce. Estamos enlistados como uno de los países que mayor subregistro presenta y esto último reconocido por la Organización Mundial de la Salud”, declaró.
En este contexto, una publicación fechada el 13 de junio de 2020 realizada por el periódico digital elfaro.net, indica que el Ministerio de Salud no respondió a ese medio una solicitud sobre la cantidad total de fallecidos que se habían enterrado con el protocolo Covid en el país desde que comenzó la emergencia.
Además, resalta que en declaraciones anteriores, el ministro de Salud, Francisco Alabí, manifestó que "existe la posibilidad que un resultado no esté (cuando un paciente fallece) y no se pueda definir como si esta causa de muerte haya sido por Covid. Sin embargo, como es una alta sospecha, se maneja bajo protocolo Covid", detalló el funcionario.
En este contexto, una publicación fechada el 13 de junio de 2020 realizada por el periódico digital elfaro.net, indica que el Ministerio de Salud no respondió a ese medio una solicitud sobre la cantidad total de fallecidos que se habían enterrado con el protocolo Covid en el país desde que comenzó la emergencia.
Además, resalta que en declaraciones anteriores, el ministro de Salud, Francisco Alabí, manifestó que "existe la posibilidad que un resultado no esté (cuando un paciente fallece) y no se pueda definir como si esta causa de muerte haya sido por Covid. Sin embargo, como es una alta sospecha, se maneja bajo protocolo Covid", detalló el funcionario.
FOTO 4? está escrito después de la Foto 5...
|
Estas afirmaciones, permitieron no conocer a ciencia cierta la cantidad real de casos Covid registrados en el país así como la cantidad exacta de muertes.
“Hemos comentado como existe un subregistro y ese subregistro es aplicado tanto para los casos confirmados como para los pacientes que de alguna manera desarrollaron la letalidad. Hoy por hoy el dato en la página oficial son los datos de letalidad que se han tenido a causa del Covid con prueba confirmada, pero también sabemos que dentro del territorio existen pacientes que de alguna manera han desarrollado sintomatología que podría tratarse de un caso de Covid pero que no se tiene la prueba confirmatoria”, declaró el ministro de salud en una entrevista del 30 de junio de 2020 en el noticiero local Teleprensa. También aseguró que se estaba trabajando en un análisis para actualizar las cifras porque sí había un subregistro. “De ese subregistro ya se está haciendo un análisis, hay un comité en el cual se está haciendo un comparativo entre el año anterior y este para poder tener datos y poder ir implementando análisis de expedientes y de esta manera poder ir haciendo ese discernimiento de si se trata o no de casos Covid, pero definitivamente existe un subregistro no solo en el país sino a nivel internacional”, agregó. Sin embargo, los últimos datos que refleja la página oficial no indican niveles de subregistro y tampoco se cuenta con información oficial de dicho comité sobre la búsqueda de los posibles casos de subregistro a escala nacional. Según Panameño, una de las causas del subregistro y el manejo total de la emergencia sanitaria es que las decisiones se tomaron desde una perspectiva político partidaria y no se permitió la opinión de especialistas o integrantes del gremio médico. “El manejo en general ha sido con un trasfondo político propagandístico que supera por todo los criterios sanitarios. El aspecto científico, académico para tratar la pandemia fue ignorado y sustituido por criterios políticos”, dijo. |
Desempleo y economía
En la comunidad Las Mesas, si bien es cierto que la mayoría de familias se dedica a la agricultura, hay un número limitado de personas que deben de salir del lugar y trasladarse a los municipios vecinos para trabajar en oficios varios como auxiliar de construcción, bodega, mecánica automotriz u otros, ellos fueron suspendidos durante el periodo de la cuarentena obligatoria y recontratados meses después, pero otros quedaron desempleados y hasta la fecha siguen sin tener un trabajo formal. Durante el estado de excepción muchos negocios y sectores de la industria cerraron porque la economía se paralizó, en algunos casos las empresas pagaron a sus empleados los dos primeros meses, pero después se vieron en la obligación de suspender, suprimir o despedir personal.
“Gracias a dios lo que fue empleo no se perdió mucho, porque los que salen a trabajar en otros lugares son unas diez personas, el camino es solo y se caminan dos horas y este tiempo atrás estuvo peligroso, pero la mayoría trabaja acá en la agricultura”, afirmó Angélica.
“Gracias a dios lo que fue empleo no se perdió mucho, porque los que salen a trabajar en otros lugares son unas diez personas, el camino es solo y se caminan dos horas y este tiempo atrás estuvo peligroso, pero la mayoría trabaja acá en la agricultura”, afirmó Angélica.
De acuerdo con el estudio “COVID-19, jóvenes, empleo y medidas para la recuperación poscrisis”, presentado por la La Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social, (FUSADES) a finales de 2020, los datos oficiales del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), reflejaban una disminución en el número de trabajadores activos que empezó a partir de marzo, mismo mes en el que se decretaron los límites a la libre circulación. Así, desde febrero hasta junio, un total de 73,538 personas con empleos formales habían dejado de laborar.
Según los datos de Ormusa, en el caso de las mujeres, las mayores pérdidas de empleo se encuentran en las actividades de manufactura (con pérdida de 10, 258); sigue la actividad de comercio, restaurante y hoteles, transporte y almacenamiento (con pérdida de 9,742) y actividades profesionales, científicas técnicas y de servicios de administración de apoyo (con pérdida de 4,918).
Mientras que en los hombres, las mayores pérdidas están en las actividades de construcción (con pérdida de 13, 269); le sigue la actividad de comercio, restaurantes y hoteles, transporte y almacenamiento (con pérdida de 11,441), actividades profesionales, científicas técnicas y de servicios de administración y apoyo (con pérdida de 7,219) y construcción (con pérdida de 7,008).
Una encuesta desarrollada por la organización, (https://acortar.link/a7LWFN ) indica que en febrero de 2020, el 76.1% de las mujeres y el 74.9% de los hombres entrevistados realizaban alguna actividad económica para generar ingresos, mientras que durante el período de la cuarentena, los porcentajes se redujeron a 34.4% y 32.0% respectivamente.
Según el ministro de Trabajo, Rolando Castro, un año después de la pausa económica ya se habían recuperado los empleos perdidos durante la pandemia, así lo afirmó a través de la red social Twitter, el 15 de agosto de 2021
“No sólo hemos recuperado los empleos perdidos en Pandemia, también ya hay un superávit, estando claro que falta mucho por erradicar el desempleo en El Salvador vamos por el rumbo correcto de la historia y llevaremos oportunidades a quienes nunca la tuvieron”, publicó el ministro. ( https://acortar.link/MGDqG8 )
Según los datos de Ormusa, en el caso de las mujeres, las mayores pérdidas de empleo se encuentran en las actividades de manufactura (con pérdida de 10, 258); sigue la actividad de comercio, restaurante y hoteles, transporte y almacenamiento (con pérdida de 9,742) y actividades profesionales, científicas técnicas y de servicios de administración de apoyo (con pérdida de 4,918).
Mientras que en los hombres, las mayores pérdidas están en las actividades de construcción (con pérdida de 13, 269); le sigue la actividad de comercio, restaurantes y hoteles, transporte y almacenamiento (con pérdida de 11,441), actividades profesionales, científicas técnicas y de servicios de administración y apoyo (con pérdida de 7,219) y construcción (con pérdida de 7,008).
Una encuesta desarrollada por la organización, (https://acortar.link/a7LWFN ) indica que en febrero de 2020, el 76.1% de las mujeres y el 74.9% de los hombres entrevistados realizaban alguna actividad económica para generar ingresos, mientras que durante el período de la cuarentena, los porcentajes se redujeron a 34.4% y 32.0% respectivamente.
Según el ministro de Trabajo, Rolando Castro, un año después de la pausa económica ya se habían recuperado los empleos perdidos durante la pandemia, así lo afirmó a través de la red social Twitter, el 15 de agosto de 2021
“No sólo hemos recuperado los empleos perdidos en Pandemia, también ya hay un superávit, estando claro que falta mucho por erradicar el desempleo en El Salvador vamos por el rumbo correcto de la historia y llevaremos oportunidades a quienes nunca la tuvieron”, publicó el ministro. ( https://acortar.link/MGDqG8 )
Los datos a abril de 2022, recabados en el Sistema de Información del Mercado Laboral de El Salvador (Simel) indican que el país registra 900,000 cotizaciones desde el 2021, y que a abril de 2022 se han generado más de 60,000 empleos formales respecto al mismo mes de 2021, lo que permite que a este mes se tenga un total de 927,371 cotizantes en planilla.
Como una mira desde el exterior, de acuerdo con un informe del Banco Mundial (BM), publicado el pasado mes de abril en Diario El Salvador ( https://acortar.link/MGDqG8 ), la pandemia tuvo un impacto negativo significativo en la vida de las personas y los ingresos de las familias y afirma que, aunque El Salvador adoptó rápidamente fuertes medidas de contención contra el brote y el Gobierno implementó una sólida respuesta fiscal para limitar el impacto de la pandemia en los hogares y las empresas, la pandemia asestó un duro golpe al crecimiento y el Producto Interno Bruto (PIB) , pues este se redujo un 8 por ciento en 2020.
Como una mira desde el exterior, de acuerdo con un informe del Banco Mundial (BM), publicado el pasado mes de abril en Diario El Salvador ( https://acortar.link/MGDqG8 ), la pandemia tuvo un impacto negativo significativo en la vida de las personas y los ingresos de las familias y afirma que, aunque El Salvador adoptó rápidamente fuertes medidas de contención contra el brote y el Gobierno implementó una sólida respuesta fiscal para limitar el impacto de la pandemia en los hogares y las empresas, la pandemia asestó un duro golpe al crecimiento y el Producto Interno Bruto (PIB) , pues este se redujo un 8 por ciento en 2020.
Además, indica que la pobreza aumentó en 4.6 puntos porcentuales entre 2019 y 2020. “Sin embargo, las estimaciones indican que la pobreza habría aumentado hasta en 7,6 puntos porcentuales sin las medidas de mitigación implementadas por el Gobierno. Se espera que la desigualdad haya aumentado de 0.38 a 0.39”, indica el informe. Mientras que en 2021, el BM reporta que el crecimiento económico se recuperó a un 10.7%, respaldado por el consumo impulsado por las remesas y por las exportaciones. Se espera que la economía de El Salvador crezca un 2.9% en 2022 y un 1.9% en 2023.
Deserción escolar
“Mi hija se retiró porque empezó virtual, pero no le funcionó, hasta este año que ya la matriculé presencial”, afirmó Angélica, cuya familia se vio afectada, además del desempleo y economía, por el retroceso en educación y la deserción escolar causada por el SARS-CoV-2 .
El cierre temporal de escuelas, colegios y universidades en marzo de 2020 fue una de las primeras acciones establecidas por el Gobierno de El Salvador para contener el avance del virus. La acción fue establecida junto al estado de excepción, luego del anuncio del Ejecutivo, más de 1.5 millones de estudiantes y unos 60,000 docentes de todos los niveles educativos debieron abandonar las escuelas y trasladarse al confinamiento obligatorio, sin un método claro para seguir su formación académica.
Las tres hijas de Angélica se sumaron a esta suspensión, pero dos de ellas tuvieron que desertar por diversos motivos, que seguro el Gobierno no consideró a la hora de establecer la modalidad virtual para todos los niveles educativos. Entre las causas está el acceso a internet, en la comunidad no hay cobertura por lo mismo ni los teléfonos funcionan bien. A esto se suma la falta de recurso económico, pues la madre de las tres niñas no tenía el dinero para recargar el celular y que ellas recibieran o mandarán las tareas por WhatsApp o conectarse a los grupos de Facebook .
“Las escuelas donde iban suspendieron clases, luego pusieron que por línea, mi hija por línea no pudo continuar porque yo en ese momento no contaba con teléfono celular. Necesitaba un telefóno porque por ahí le mandaban las guías, entonces como mi hija no tenía, yo la tuve que sacar de la escuela. Aquí es malísima la señal para el inter, (internet) cuesta. Tienen que andar caminando, van a la montaña o van por el lado de la cancha para agarrar señal”, comentó.
Una de las niñas de Angélica regresó a estudiar hasta este año, las dos mayores no siguieron con sus estudios.
Para Daniel Rodríguez, secretario general del Sindicato de Maestras y Maestros de la Educación Pública de El Salvador (SIMEDUCO), aseguró que una de las mayores dificultades que se tuvo es que el Gobierno no tenía un plan de adaptación ni consideró la falta de recursos de las familias o la nula capacidad de los docentes para impartir clases virtuales.
“Nosotros no estábamos preparados tecnológicamente para atender a los estudiantes, ese fue el primer impacto que tuvimos. La pandemia nos agarró desnudos tecnológicamente, los docentes no estaban preparados para atender a los estudiantes de manera virtual, no conocíamos de plataformas virtuales. Por el lado de los niños fue peor todavía porque la mayoría de centros escolares no tienen internet y mucho menos en las casas, el acceso a la red de internet es casi nula en las zonas rurales, urbano marginales, por eso la mayoría de estudiantes tuvieron problemas para poderse conectar”, enfatizó.
“Quiérase o no hay un retroceso en el aprendizaje de los estudiantes porque no es lo mismo como han estado recibiendo las clases a través de Whatsapp, Facebook o con plataformas virtuales”, agregó.
Otro factor que influyó en la educación es que muchos docentes salvadoreños padecían de enfermedades crónicas o por la edad, pertenecían a los sectores de riesgo de la sociedad. De hecho, el coronavirus pasó su factura al cuerpo docente, según el mismo Ministerio de Educación, 47 docentes habían fallecido al 9 de agosto de 2020 a causa del virus.
“La preocupación también es porque 5 mil docentes son mayores de 60 años,y tienen mayor riesgo de contagio”, publicó el Gobierno. (https://cutt.ly/wVqxecR)
El estudio “Efectos Socioemocionales de la Pandemia por Covid-19 en Estudiantes de Cuarto Grado a Primer Año de Bachillerato del Sistema Educativo Salvadoreño”, desarrollado por la Fundación Pro Educación de El Salvador (FUNPRES) reveló que un porcentaje considerable del alumnado presentó sintomatología de depresión y/o ansiedad que los ubicó en el grupo en riesgo y que estos niveles se vieron fuertemente influenciados por aspectos sociodemográficos como el sexo, el sector de estudio, la zona del centro escolar, el grado que cursan y el departamento de residencia.
También, dicho estudio evidenció que existe un grado de presencia significativa de conductas relacionadas a competencias socioemocionales en el alumnado, y que estas tienen una estrecha relación con la sintomatología emocional manifestada.
Además, la percepción del estudiantado era mayormente positiva sobre su dispositivos electrónicos y conexión a internet, pero esto no se trasladó necesariamente en considerar que las clases en línea les han sido fáciles, ya que un porcentaje muy grande opinó que estas se les dificultaron.
Los datos fueron recabados entre el 1 y el 23 de julio de 2021 en el marco de la prueba diagnóstica “Conociendo Mis Logros” y son representativos de los 626,547 estudiantes de cuarto grado a primer año de bachillerato a nivel nacional.
Según datos oficiales, las escuelas se empezaron a abrir de forma gradual a partir del 6 de abril de 2021, más de un año después del cierre por la pandemia.
El año 2021 cerró con 1.2 millones de estudiantes, pero al inicio del año escolar 2022 se registraron 1.1 millones de matriculados, es decir, 100,000 estudiantes menos, de acuerdo con datos del Ministerio de Educación (Mined).
El cierre de los centros educativos como parte de las acciones para contener la propagación del virus dejó a más de 165 millones de estudiantes sin asistir a los centros de enseñanza, desde parvularia hasta educación media, en 25 países de la región (UNESCO, 2020, citado en BID, 2020).
Miles de muertos, agravante de otras enfermedades, daños psicológicos y físicos, miles de empleos perdidos, deserción escolar y un daño permanente al desarrollo económico y social, dejó la pandemia Covid-19 en sus primeros dos años en El Salvador.
El cierre temporal de escuelas, colegios y universidades en marzo de 2020 fue una de las primeras acciones establecidas por el Gobierno de El Salvador para contener el avance del virus. La acción fue establecida junto al estado de excepción, luego del anuncio del Ejecutivo, más de 1.5 millones de estudiantes y unos 60,000 docentes de todos los niveles educativos debieron abandonar las escuelas y trasladarse al confinamiento obligatorio, sin un método claro para seguir su formación académica.
Las tres hijas de Angélica se sumaron a esta suspensión, pero dos de ellas tuvieron que desertar por diversos motivos, que seguro el Gobierno no consideró a la hora de establecer la modalidad virtual para todos los niveles educativos. Entre las causas está el acceso a internet, en la comunidad no hay cobertura por lo mismo ni los teléfonos funcionan bien. A esto se suma la falta de recurso económico, pues la madre de las tres niñas no tenía el dinero para recargar el celular y que ellas recibieran o mandarán las tareas por WhatsApp o conectarse a los grupos de Facebook .
“Las escuelas donde iban suspendieron clases, luego pusieron que por línea, mi hija por línea no pudo continuar porque yo en ese momento no contaba con teléfono celular. Necesitaba un telefóno porque por ahí le mandaban las guías, entonces como mi hija no tenía, yo la tuve que sacar de la escuela. Aquí es malísima la señal para el inter, (internet) cuesta. Tienen que andar caminando, van a la montaña o van por el lado de la cancha para agarrar señal”, comentó.
Una de las niñas de Angélica regresó a estudiar hasta este año, las dos mayores no siguieron con sus estudios.
Para Daniel Rodríguez, secretario general del Sindicato de Maestras y Maestros de la Educación Pública de El Salvador (SIMEDUCO), aseguró que una de las mayores dificultades que se tuvo es que el Gobierno no tenía un plan de adaptación ni consideró la falta de recursos de las familias o la nula capacidad de los docentes para impartir clases virtuales.
“Nosotros no estábamos preparados tecnológicamente para atender a los estudiantes, ese fue el primer impacto que tuvimos. La pandemia nos agarró desnudos tecnológicamente, los docentes no estaban preparados para atender a los estudiantes de manera virtual, no conocíamos de plataformas virtuales. Por el lado de los niños fue peor todavía porque la mayoría de centros escolares no tienen internet y mucho menos en las casas, el acceso a la red de internet es casi nula en las zonas rurales, urbano marginales, por eso la mayoría de estudiantes tuvieron problemas para poderse conectar”, enfatizó.
“Quiérase o no hay un retroceso en el aprendizaje de los estudiantes porque no es lo mismo como han estado recibiendo las clases a través de Whatsapp, Facebook o con plataformas virtuales”, agregó.
Otro factor que influyó en la educación es que muchos docentes salvadoreños padecían de enfermedades crónicas o por la edad, pertenecían a los sectores de riesgo de la sociedad. De hecho, el coronavirus pasó su factura al cuerpo docente, según el mismo Ministerio de Educación, 47 docentes habían fallecido al 9 de agosto de 2020 a causa del virus.
“La preocupación también es porque 5 mil docentes son mayores de 60 años,y tienen mayor riesgo de contagio”, publicó el Gobierno. (https://cutt.ly/wVqxecR)
El estudio “Efectos Socioemocionales de la Pandemia por Covid-19 en Estudiantes de Cuarto Grado a Primer Año de Bachillerato del Sistema Educativo Salvadoreño”, desarrollado por la Fundación Pro Educación de El Salvador (FUNPRES) reveló que un porcentaje considerable del alumnado presentó sintomatología de depresión y/o ansiedad que los ubicó en el grupo en riesgo y que estos niveles se vieron fuertemente influenciados por aspectos sociodemográficos como el sexo, el sector de estudio, la zona del centro escolar, el grado que cursan y el departamento de residencia.
También, dicho estudio evidenció que existe un grado de presencia significativa de conductas relacionadas a competencias socioemocionales en el alumnado, y que estas tienen una estrecha relación con la sintomatología emocional manifestada.
Además, la percepción del estudiantado era mayormente positiva sobre su dispositivos electrónicos y conexión a internet, pero esto no se trasladó necesariamente en considerar que las clases en línea les han sido fáciles, ya que un porcentaje muy grande opinó que estas se les dificultaron.
Los datos fueron recabados entre el 1 y el 23 de julio de 2021 en el marco de la prueba diagnóstica “Conociendo Mis Logros” y son representativos de los 626,547 estudiantes de cuarto grado a primer año de bachillerato a nivel nacional.
Según datos oficiales, las escuelas se empezaron a abrir de forma gradual a partir del 6 de abril de 2021, más de un año después del cierre por la pandemia.
El año 2021 cerró con 1.2 millones de estudiantes, pero al inicio del año escolar 2022 se registraron 1.1 millones de matriculados, es decir, 100,000 estudiantes menos, de acuerdo con datos del Ministerio de Educación (Mined).
El cierre de los centros educativos como parte de las acciones para contener la propagación del virus dejó a más de 165 millones de estudiantes sin asistir a los centros de enseñanza, desde parvularia hasta educación media, en 25 países de la región (UNESCO, 2020, citado en BID, 2020).
Miles de muertos, agravante de otras enfermedades, daños psicológicos y físicos, miles de empleos perdidos, deserción escolar y un daño permanente al desarrollo económico y social, dejó la pandemia Covid-19 en sus primeros dos años en El Salvador.